ESCÚCHALE
Para que la comunicación entre tu hijo y tú
sea lo más fluida posible, es esencial, que encuentres
tiempo para oírle, y oírle de una forma que
exprese tu interés y disposición. Cuando nos
detenemos y escuchamos a alguien, le estamos diciendo: "Eres
importante. Lo que dices me interesa. Tú me interesas".
Cómo escuchar a tu hijo:
1. Asegurate de que estás preparado para oírle.
Cuando llegamos de trabajar, es posible que necesitemos un
tiempo para recuperarnos de la jornada laboral, y así
poder centrar nuestra atención en otras cosas.
2. Presta toda tu atención a tu hijo, aunque sólo
sea durante cinco minutos después de venir del instituto
/ colegio. Siéntate con él y escúchale.
3. Intenta eliminar todas las distracciones que puedas. Si
por ejemplo te suena el móvil, dile a quien te llama
que le llamarás en cinco minutos. Si otro de tus hijos
reclama tu atención dile que estás hablando
con su hermano, que en cinco minutos le atenderás.
Si no puedes eliminar las distracciones, dile a tu hijo que
le dedicarás esos minutos más tarde.
4. Practica la escucha activa. Hazle preguntas, aclárale
situaciones, responde mirándole a la cara siempre.
Dale a tu hijo indicios de que estás interesado en
lo que te está contando, preguntándole más
detalles de algo que te está contando o que te ha contado
en otra ocasión. Él se sentirá importante
porque le escuchas y recuerdas las cosas que te cuenta.
5. Invita a hablar a tu hijo. Empieza haciéndole preguntas
abiertas, y luego síguele la pista de lo que te va
contando.
Qué escuchar:
1. Escucha el núcleo central de la historia. Cuando
tu hijo está hablándote, hacerse mentalmente
preguntas de este tipo te puede ayudar: "¿Por
qué razón esto es importante para él?",
"¿Qué está intentando decirme?",
"¿Me está contando sus planes?" Pregúntale
acerca del núcleo de la historia e intenta no distraerte
con los detalles.
2. No pienses que tienes que solucionarle las cosas. Es importante
que mientras le escuchas, evites darle consejos o resolverle
el problema. A parte de que no interrumpirás su discurso,
le darás la oportunidad de encontrar la solución
por sí mismo.
Es normal que quieras ayudarle a solucionar un problema, o
temas que sea demasiado joven para saber solucionar algunas
cosas, pero algunas veces, tu hijo no te estará pidiendo
una solución, te estará contando una experiencia.
Si es oportuno, después de que haya tenido suficiente
tiempo para expresarse, puedes ayudarle a explorar las posibles
soluciones al problema.
3. Atiende y responde a los sentimientos de tu hijo. Cuando
estés escuchándole, no prestes atención
sólo a sus palabras, sino también a los sentimientos
que expresa. Busca pistas en su postura física y en
su tono de voz. Respóndele a los sentimientos que observes
así como a la historia que estás oyendo.
ACEPTA SUS SENTIMIENTOS
A menudo queremos evitar que nuestros hijos tengan sentimientos
dolorosos y tristes. Con la mejor intención, les decimos
cosas como "no estés triste, no pasa nada si no
le gustas a ese chico, estoy seguro de que hay un montón
de chico/as que querrían salir contigo", cuando
es muy probable que en este caso a nuestro hijo no le importe
en absoluto el resto de chico del mundo, y lo único
que necesite es que le escuchemos.
Estas son algunas formas de ayudar a hijo a afrontar sus sentimientos:
1- Anímale a expresar sus verdaderos sentimientos asegurándole
la privacidad y tiempo necesarios para que exprese lo enfadado,
triste o frustrado que se siente.
2- Ayúdale a que encuentre diferentes formas de expresarse,
por ejemplo, los deportes y otras actividades físicas
intensas pueden constituir otra salida para estos sentimientos
intensos.
3- Aliéntale a utilizar su imaginación para
expresar sentimientos: "¿Qué te hubiera
gustado haber dicho o hecho?"
4- Cuéntale una historia tuya en una situación
similar, sintiendo cosas similares "Recuerdo cuando tenia
tu edad que mi hermana solía hacer x cosa y a mi no
me gustaba nada". Tu hijo puede sentir que no está
solo en sus sentimientos y lo más probable es que se
reconforte pensando que le comprendes.
(Pero ten cuidado cuando le cuentes algo tuyo, no se vaya
a convertir en el centro de la conversación, o se vaya
a utilizar para minimizar el malestar de tu hijo).
5- Sé un buen modelo para él a la hora de afrontar
tus propios sentimientos negativos intensos.
6- Ayuda a tu hijo a sentirse bien consigo mismo incluso en
situaciones de derrota o decepción. "No has ganado
el partido, pero has mejorado un montón en tu habilidad
con el balón. Cuando adquieras más destreza
no va a haber quien te pare".
UTILIZA UN LENGUAJE RESPETUOSO CON ELLOS
Es importante tener claro que no somos amigos de nuestros
hijos, somos sus padres, por lo tanto, debemos de utilizar
un lenguaje propio de padres, no de "colegas", pues
ello no facilita que nos vean como sus figuras de autoridad.
Utilizar un lenguaje respetuoso, tanto en su forma como en
su contenido, propiciará que tu hijo también
lo utilice con nosotros.
Tener en cuenta las siguientes consideraciones te ayudará
a conseguirlo:
1- Describe la conducta de tu hijo que te gustaría
corregir en vez de "ponerle un adjetivo", de esta
forma distinguirás su valía personal de su conducta,
y no se sentirá "atacado".
Expresando cosas tales como: "Alfonso, tu habitación
está desordenada, hay que recogerla antes de salir",
conseguirás probablemente que la recoja antes que diciéndole:
"Alfonso, ¡eres un desordenado!" El describir
la conducta (lo que has visto u oído, lo que ha sucedido),
ofrece a tu hijo un feedback preciso sobre su forma de actuar
y sobre cómo afecta a otros su conducta.
2- El lenguaje que utilices con tu hijo es un lenguaje que
comunica algo acerca de ti mismo. Expresa tu aprecio, gozo,
desaprobación o enfado. Comunica tus motivos para querer
que se haga algo o tu reacción a la situación.
A los jóvenes les resulta más fácil satisfacer
las expectativas y evitar el conflicto cuando saben por qué
las personas de su entorno reaccionan como reaccionan.
3- Reconoce sus sentimientos. Intenta ponerte en su lugar
aunque no compartas su opinión acerca de lo que te
está contando.
4- Cuando estés muy enfadado por algo que ha hecho
tu hijo, intenta en la medida que sea posible posponer la
conversación diciéndole que estás demasiado
enfadado para hablar de lo que ha hecho en ese momento.
De esta forma además de evitar castigos desmesurados
basados en tu emoción, no en la actuación errónea
de tu hijo, le proporcionarás un ejemplo de autocontrol
y de equidad que a largo plazo dará sus frutos.
ELOGIA A TU HIJO
Sé generoso a la hora de elogiar a tu hijo. Ello facilitará
que se sienta bien consigo mismo, y en consecuencia, vuestra
comunicación será más fluida, pues sentirá
que valoras sus esfuerzos y avances.
Esto no significa que tengamos que elogiarlos continuamente,
sin que haya un motivo que lo justifique, pues se conseguiría
el efecto contrario.
El elogio excesivo y poco sincero incomoda a los adolescentes.
Te proponemos tres sencillas reglas que te ayudarán
a usar el elogio de forma adecuada:
1. A la hora de elogiar a tu hijo describe lo que ves: "Veo
que pese a haberte llamado tu amiga Isabel para ir al cine,
has preferido estudiar para tu examen de inglés".
2. Describe cómo te sientes tras observar lo ocurrido:
"Estoy muy contenta de ver que has pensado salir en otro
momento"
3. Sintetiza la conducta que elogies de tu hijo en pocas palabras:
"Has decidido quedarte en casa para estudiar en vez de
salir al cine. A eso lo llamo yo sentido de la responsabilidad".
CORRIGE A TU HIJO TANTAS VECES COMO CREAS NECESARIO
Muchas veces los padres pensamos que una de las causas de
los problemas de comunicación que acontecen en la adolescencia
es la desigualdad de opiniones con nuestros hijo.
Creemos que como no les permitimos llegar a casa a la hora
que les gustaría, como controlamos su gasto de móvil,
su forma de vestir, se sienten a disgusto, y como consecuencia,
están en desacuerdo con la mayor parte de cosas que
les decimos.
Evidentemente, a nuestros hijos les gustaría llegar
a la hora que quisieran, vestir como les apeteciera de la
misma forma que nos hubiera gustado a nosotro a su edad, pero
esto no es motivo suficiente para que nuestra comunicación
se vea afectada.
Los chico adolescentes necesitan reglas y límites.
En los casos en los que esto no ocurre aparecen sentimientos
de abandono. Necesitan saber que sus padres están ahí,
pendientes de lo que pueda ocurrir.
Debemos de desterrar las ideas relacionadas con que la posible
subordinación ocasiona futuros "traumas"
en nuestros hijo, nada más lejos de la realidad.
Siguiendo estos cuatro pasos a la hora de dar correctivos,
evitarás numerosas discusiones y resistencias y proporcionarás
un tipo de comunicación clara a tu hijo.
1- Describe su conducta con un lenguaje no valorativo: "La
habitación no está recogida aún".
2- Exprésale una razón para el cambio conductual:
Exprésalo simple y directamente: "Me preocupo
cuando llegas tarde".
3- Reconoce sus sentimientos: "Ya veo lo enfadado que
estás".
4- Formúlale claramente lo que esperas de él:
"Necesito que vengas a ayudarme ahora".
Los tres ejercicios siguientes te ayudarán a que practiques
la forma de corregir a tu hijo:
1- Atiende a las interacciones padres-hijo cada vez que las
presencies en el supermercado, con amigos. Atiende no sólo
a las palabras, también al tono. ¿Utilizan descripciones
o valoraciones? ¿Está el adulto teniendo en
cuenta los sentimientos del adolescente? ¿Formula el
padre claramente sus expectativas? Piensa si la interacción
tiene probabilidades de fomentar la comunicación entre
padre e hijo.
Anota tres interacciones de las que has observado. Más
tarde representa mentalmente la escena utilizando los cuatro
pasos recomendados a la hora de dar correctivos.
2- Presta atención a las interacciones con tu hijo.
Cuando utilices con éxito todos los pasos en la aplicación
de correctivos, fíjate en la diferencia de respuesta
por su parte. ¿Hay menos conflicto, menos discusión,
menos resistencia? Fíjate en cómo te sientes
cuando reconoces sus sentimientos.
3- Piensa en los momentos en los que te ha costado más
seguir estos pasos. Es posible que coincida con momentos en
los que estés muy enfadado, o pasando por una situación
difícil, como problemas en el trabajo.
Cuando uno "estalla", es útil, más
tarde, repasar mentalmente la interacción y reescribir
la situación utilizando los pasos anteriormente señalados.
Te resultará de utilidad planificar de antemano una
situación que creas que va a ser conflictiva.
Existen reglas que pueden admitir algún tipo de concesión,
como las referidas a la vestimenta, las obligaciones en casa,
las visitas a los parientes, incluso la hora de llegar a casa.
Pero en las que afecten a la seguridad física o emocional
de tu hijo (consumo de alcohol, hacer auto-stop...) o a los
valores o creencias familiares (organizar fiestas sin consentimiento,
traer el novio/a a casa sin permiso..), no se deben admitir
negociaciones.
Soluciones consensuadas
En los casos en los que sea posible una negociación
con tu hijo practícala siguiendo los siguientes pasos:
1. Deja que tu hijo exponga su punto de vista.
2. Expón a continuación tu punto de vista.
3. Invita a tu hijo a buscar soluciones consensuadas.
4. Anota todas las ideas sin enjuiciarlas y sin dar tu opinión
acerca de las mismas.
5. Revisa la lista y decide cuáles son las más
viables, para intentar llegar a un acuerdo.
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