A estos estilos
cabría añadir el sobreprotector, cuya meta es que
los hijos estén seguros y no corran riesgos, y para ello
limita las relaciones del chico/a con sus iguales. Y el negligente,
pero éste más que un estilo, es un no-estilo.
Cada estilo tiene sus consecuencias positivas y negativas, pero
los profesionales aconsejan siempre la moderación. Eso supone
acercarse lo más posible al estilo democrático, pero
esto es una elección de los padres y depende de las metas
que se consideran más importantes.
Es importante que educar a los hijos sea una decisión propia,
no una casualidad. La verdadera elección es la que se hace
libremente, por lo que es necesario que reflexiones un momento sobre
la educación que te dieron tus padres.
Puede que estés repitiendo el mismo patrón sin darte
cuenta, o que seas consciente de las cosas que no te gustaron y
crees que hicieron mal, y te estés esforzando por hacer todo
lo contrario. Si no lo has hecho ya, dedica un tiempo a reconocer
qué cosas son importantes para ti y tu pareja en la educación
de tus hijos, en qué cosas coincidís y en cuáles
discrepáis, qué habéis hecho para conseguir
vuestras metas y en qué medida ha funcionado.
El mejor estilo educativo es que el que ha sido precedido de una
reflexión, actúa coherentemente, sabe por qué
actúa así y conoce las consecuencias de sus actos.
A continuación te ofrecemos una lista de posibles metas educativas
que pueden ayudarte a reflexionar. Analiza en qué medida
te ves retratado como padre o madre.
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