LOS PROBLEMAS
Hay diferentes maneras de afrontar el estrés que supone
una situación problemática. La respuesta concreta
depende de cuánto y a qué aspecto de tu vida
amenaza esa situación, y qué recursos crees
que tienes para afrontarla. Todos tenemos un poco de cada
estilo, aunque suele haber una tendencia o una manera característica
de reaccionar.
Mostramos un estilo evitador cuando, ante
algunos problemas y situaciones concretas, tendemos a hacer
como si no existieran. La mayor parte de la gente hace esto
en algunas ocasiones. Pero apartar de la mente los problemas
puede ser inadecuado si es nuestra manera habitual de reaccionar.
Este estilo suele esconder el miedo al error.
Mostramos un estilo postergador cuando tendemos
a dejar la solución para el último momento,
dejando que las situaciones nos vengan encima y nos atropellen.
Podemos parecer preocupados, pero en cierta forma estamos
evitando el problema.
Evitando reconocer claramente la situación, o evitando
una decisión, o evitando una acción concreta
hasta que es imposible seguir haciéndolo. A veces tomamos
esta actitud ante problemas que requieren una dosis de cambio,
de esfuerzo o de riesgo para afrontarlos.
El estilo positivo de afrontamiento es directo.
Afrontamos directamente un problema cuando reconocemos las
emociones que nos provoca y tratamos de expresarlas adecuadamente.
Cuando pensamos que podemos resolverlo y lo vemos más
como un desafío que como una amenaza.
Cuando le dedicamos un tiempo de atención, cuando reflexionamos
sobre diferentes soluciones antes de llevarlas a cabo, y cuando
emprendemos una acción, sabiendo que no es perfecta
y sin miedo a equivocarnos.
ALGUNOS CONSEJOS PARA RESOLVER PROBLEMAS:
• El primer paso para resolver un problema es creer que
podemos resolverlo, esto es, mantener una actitud positiva
y optimista.
• El segundo paso es definirlo con precisión.
Esto implica observar, seleccionar y ser muy específico
en las descripciones.
• El tercer paso es la generación de alternativas.
Escribe todas las soluciones que se te ocurran por difíciles,
absurdas o irrealizables que te parezcan. Lo importante es
que obtengas por lo menos 10 ó 15 alternativas.
• El cuarto paso es elegir la opción óptima
(recuerda que no hay ninguna perfecta) y llevarla a cabo.
En este punto, resulta práctico preguntarse: ¿qué
posibilidades tengo de ponerla en práctica? y ¿qué
consecuencias tendrá? Esto implica considerar las ventajas
y las desventajas de cada opción.
A veces la solución no surge inmediatamente después
de realizar estos ejercicios, pero sin duda te ayudará
a reflexionar y decidir. Deja que la solución acuda
a tu mente.
• El último paso es la puesta en práctica
y, pasado un tiempo prudencial, la valoración de los
resultados. Es importante que aquí trates de ser tan
preciso como a la hora de identificar el problema. A veces
los fracasos, esconden éxitos parciales o se logran
cosas pequeñas, que debemos saber valorar.
|